sábado, 2 de abril de 2011

De seres fantásticos... (X)





















Hacía treinta y cinco días que no dejaba de llover. Hacía treinta y cinco días que Toshiro no se movía de la plaza. Inmóvil, la cabeza gacha, la gabardina empapada, los brazos caídos y el ramo de flores derrotado.

Las parejas de amantes habían comenzado a dejar a sus pies pequeños presentes, lazos de colores o mensajes de amor. Creían que Toshiro era algo así como una nueva especie de santo. El primero de un futuro esperanzador. El futuro de un mundo sumergido, de una humanidad inmóvil, de amantes viviendo bajo paragüas, de nuevos santos extraños.

Entonces alguien vino y disparó a Toshiro por la espalda. Dejó de llover y el mundo se detuvo. Desaparecieron los regalos y los lazos. Los mensajes de amor se atomizaron y se incrustaron en el tejido del mundo.

Toshiro echó a andar y una vez en su pequeño apartamento se metió en la cama.

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