miércoles, 4 de mayo de 2011

Caminábamos como los vivos... (I)





















Tenía más de sesenta años y vivía sola. Se había casado joven y se había ido a otra ciudad. Un sitio lejano. Tuvo tres hijos y su marido murió. Pronto.
Luego se casó de nuevo, y su marido trajo otro hijo. El marido también murió. Joven aun. Y luego murió el otro hijo. Y después, su propio hijo pequeño.

En la casa ya no se oían ruidos. Sólo el televisor.

La mujer solía levantarse por las noches, cuando la descomposición le agarraba la barriga. Lo hacía desnuda, porque así podía sentir su polla bamboleando entre las piernas. Eso le recordaba que aun estaba viva.

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