viernes, 20 de mayo de 2011

Caminábamos como los vivos... (II)
















SEGUNDA PIEL

Se había enamorado perdidamente de la chica.
No se atrevía a decirle nada o a declararse. En lugar de ello le envió a su sastre.

La muchacha comprendió el mensaje. A toda prisa huyó de la ciudad, aferrada a un ligero equipaje.

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