viernes, 23 de septiembre de 2011

Del libro de los muertos y de los que van a morir... (V)
















El sol, a primera hora de la mañana, da sombras y añade dramatismo; esto, lo sabe todo el mundo. Pero parece ser que no lo sabían en el pequeño pueblo del valle. La luz de la mañana había sido detenida en aquel lugar, y durante cientos de años se reflejó la misma hermosa luz en las aguas del tranquilo lago que bañaban sus campos y las vidas de sus gentes. Gentes ignorantes que, dominadas por el encantamiento, cayeron en esa sombra y añadieron el dramatismo a sus tristes existencias.

Lúgubres semblantes y torturados gestos podían observarse en éste amanecer eterno. Vivían sus vidas como espectros y por todos lados se escuchaban lamentos.

Lo habían conseguido, pero detener la belleza del instante en el amanecer trágico les había salido demasiado caro, entregados ahora a la hora del lobo; dando palmotazos, tratando de discernir entre la bruma.

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