miércoles, 23 de marzo de 2011

Crónicas secretas de artistas geniales... (I)




















ESCENA DE RAIMUNDO LLULL Y AMBROSIA


No sabía qué hacer el joven Raimundo Llull para conquistarla. Aquella mujer le traía por el camino de la amargura, estaba perdidamente enamorado de ella. No sabía.

Casada Ambrosia como estaba con un noble mallorquín, fue lo suficientemente virtuosa como para resistir los halagos, las asiduidades y los coqueteos del futuro filósofo, monje y cabalista. El deseo de El Doctor Iluminado.


Frisaba ya los treinta y el noble Llull comenzaba a estar cansado de excesos, de licores embriagadores y de placeres carnales fáciles, que nada dejaban en su alma. Únicamente tenía pensamientos para aquella dama que pertenecía a otro hombre. No cejaba en su empeño de tener comunión carnal con la mujer, enamorarla y hacerla suya, pero no podía; no encontraba la llave que abriera la puerta del amor de la señora. Entonces aullaba por las noches al cielo maldiciendo su mala estrella. Él, que todo lo había probado y conquistado, que todo lo tenía, no podía conquistar a una simple mujer. ¿Por que Dios le había señalado con el dedo del infortunio y el desasosiego amoroso? ¿Por que era tan cruel?.


Mas un día, que él creyó divino y venturoso, recibió la llamada de Ambrosia. Llull imaginó el cielo abierto a sus deseos. Por fin, El Señor de los Universos, había aceptado sus ruegos y le entregaría a la virtuosa amada. Se vistió sus mejores ropas, perfumó su cuerpo y acudió presto a lo que él creyó una cita amorosa.


Ambrosia le había emplazado aprovechando la ausencia de su esposo y ordenó a los sirvientes dejarla sóla en la casa.

Pronto comenzaron los halagos y las palabras de amor infinito del ardoroso Raimundo, y pronto quiso estrecharla entre sus brazos. Sin embargo, ante su pasmo, la dama volvió a rechazarlo y esta vez con mayor violencia, si cabe. Lo apartó de sí de un empellón. Ahora sí que estaba confundido, confundido y trastornado.


Mas aun no habían acabado las sorpresas. -Espere, espere ahí, Raimundo, que lo que tanto se desea bien merece la pena hacerse esperar. Esperar por ello un poco más. -Le espeta la mujer. Él palidece, muerto de voluptuosidad. Acto seguido comienza ella a desvestirse. La sonrisa vuelve al rostro de Llull, quien se prepara para disfrutar de la ceremonia erótica y sensual, de ver desnudarse al objeto de su deseo. -Por mí como si dura este momento mil años. -Parece pensar para sus adentros el galán.

Ambrosia deja resbalar su rojo vestido de terciopelo, que cae al suelo cubriendo sus pies. Raimundo Llull no puede apartar la mirada del cuerpo de su amada, a quien ya imagina suya.

La mujer comienza a desabrocharse los botones de su blusón. Uno, dos, tres, cuatro. Y cuando le es posible deshacerse de la prenda, le muestra sin pudor ni vergüenza a un absorto Llull sus senos.¡Oh, catástrofe! esos senos tan deseados son unos senos enfermos, corroídos por el cáncer. Entonces le dice: -Mira, Raimundo, mira la fealdad de este cuerpo que ha conquistado tu afecto y con el que tanto has soñado y deseado. ¿No habrías hecho mejor en dirigir tu amor hacia Jesucristo, del cual puedes recibir un premio eterno?.

Al punto Raimundo Llull cae al suelo mientras se lleva las manos a la cara, llorando desconsoladamente. Ambrosia vuelve a vestirse con sus ropajes y acto seguido hace llamar a los criados del abatido Raimundo, quienes lo toman y lo retornan a su hogar a bordo de un carruaje.


Ya en el hogar, nuestro futuro filósofo alquimista, es presa de una terrible crisís y una gran agitación nerviosa. Le cuesta dormir y sus sueños se tornan pesadillas infernales. Durante el día no habla y apenas come, semejando un alma en pena escapada del purgatorio y preocupando a sus seres queridos y sus sirvientes.


Todo ello ocurre durante largo tiempo, lleno de incertidumbres y malos presagios. Hasta que el sueño viene a liberarlo y en él tiene una visión: Jesucristo le señala con su dedo y le dice: -Raimundo, en adelante sigueme. Y a partir de ese momento el futuro Doctor Iluminado jura consagrarse a la gloria de Dios.

2 comentarios:

  1. siempre nos quedara esa posibilidad, eso lo sabemos bien, la posibilidad por seguir ese suenio y alejarnos de todo hacia la alquimia.

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  2. Duro camino: morcillas, guijarros y lo otro.

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