martes, 1 de marzo de 2011

De seres fantásticos... (I)

















Hay que fijarse bien para llegar a verle. Aunque él se fija en todo aquello que pasa a su alrededor.
No participa, pues teme llegar a romperse de hacerlo. Observa en un rincón, escondido a plena luz, cómo fuman o beben los grupos de amigos o las parejas en los bares de cocktails. No dice nada. Nunca lo hace.

Anota mentalmente los agravios imaginarios. En el Libro de los Muertos de su pensamiento escribe los nombres de sus enemigos.

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